domingo, 4 de septiembre de 2011

El casero siempre llama dos veces



Fotografía de Elena Álvarez, Colectivo Toc Arte, Título Sombras.


Segunda sombra: El salón solitario



Sombras en la escalera, por lo demás, nada, nadie. Los ruidos habían cesado, al final seguro que todo fue un sueño o una pesadilla o viceversa. Caminando despacio, descendiendo entre sombras, llegó a la segunda planta, allí estaba el salón en penumbra.

Entró.

Con la poca luz y las muchas sombras que proporcionaban unos tímidos rayos de sol que profanaban las rendijas de la vieja persiana pudo ver, a la derecha, el sofá azul. Ese era el de ver la televisión puesto que estaba situada justo enfrente. La pantalla del aparato, plagada de sombras, apagado en negro, reproducía no obstante una imagen confusa, difusa. Una secuencia profusa de película de terror. La silueta de una mujer patidifusa, atemorizada, armada con unas tijeras con las que podía incluso herirse a sí misma. Era un reflejo, su imagen, su película, su sombra.
Las puertas del armario estaban cerradas como siempre, ¿no habría nadie dentro? No, desechó la posibilidad de abrir para cerciorarse. En la pequeña mesita, la de tomar el café, que estaba junto al sofá azul de ver la televisión, reposaba, olvidado, un vaso sucio de restos pegajosos.

Al otro lado las dos mecedoras, ambas quietas y vacías. El otro sofá, el amarillo, el de dormir la siesta las tardes de calor porque a él llegaba nítido el aire de la ventana cercana. Cercana y actualmente cerrada a cal y canto. Junto al sofá amarillo de dormir la siesta estaba la mesa de no comer, puesto que por norma general y siempre que no hubiera invitados, hacían las comidas abajo, en la cocina. Y alrededor de la mesa de no comer, las cuatro sillas de madera de un color tan claro, tan cálido y tan brillante…

Frente a ella estaban los cuatro cuadros anárquicamente alineados, cuatro fotografías antiguas de diferentes rincones del pueblo, cuatro amuletos en realidad, recuerdos colgados en la alcayata del destiempo condenados al cobrizo amarillo del olvido, cuatro recuerdos que no eran los suyos.

Encima de la mesa, junto a las llaves que usó de madrugada para entrar, un billete de 50 euros arrugado y monedas sueltas. Si había entrado alguien desde luego no tenía intención de robar.

Escuchó ruidos de nuevo en la planta de abajo, de nuevo pasos sigilosos, inoportunos, pisadas intrigantes por la escalera. Al mismo tiempo, sobre la mesa, un zuñido molesto, un objeto se movía retozando debajo del billete arrugado que con un temblor inquietante se desplazó en pos de las monedas.

El móvil.

Puesto en modo silencio el celular vibraba sobre la mesa al producirse una llamada y a pequeños tirones se aproximaba, sigiloso, inoportuno, intrigante, travieso, a las monedas y las llaves.

_ Diga- susurró con miedo de alarmar a quien la alarmaba.

_ Señorita Cora soy Fran, el casero…

El casero, precisamente hoy, precisamente ahora, qué inoportuno, qué mala sombra, ojalá no hubiera contestado, el casero siempre llama dos veces.







Fotografía de Charo Hernandez, Colectivo Toc Arte, Título Sombras.

10 comentarios:

Javier Valls Borja dijo...

¿Y no será la señora de la limpieza?

La profecía del silencio dijo...

Siempre es una posibilidad Javier, aunque en este caso me da la impresión de que no es la asistenta.
En la tercera entrega se desvelará gran parte del asunto.
Pero eso será el lunes que viene.

Javier Valls Borja dijo...

¿Y un gato que se ha colado por alguna ventana...?

¿El lunes? ¡Qué cruel!

La profecía del silencio dijo...

Ya no hay más pistas.
Y el lunes está bien, un ca`´itulo semanal para no ser pesado.

Anónimo dijo...

jolín..ángel, jolín otra vez, esto no se hace...me dejas con la respiración contenida, si me asfixio de aquí al lunes a ver cómo lo soluciono..hmm (patá en el suelo y barzos cruzados)..:),
Oye, genial la descripción del móvil y su zumbido, me ha encantado.
A er si llega el lunes pronto,;)
Un beso

Josefa dijo...

Pero ¿cómo se atreve a contestar al teléfono?...

La profecía del silencio dijo...

Sofía el lunes llega pronto y así, en pequeñas dosis se hace más llevadero.

La profecía del silencio dijo...

Josefa ya lo sabes, ¿cómo una mujer deja sin contestar una llamada? Tiene que saber quien llama. Lo peor es que, como en las pelíulas, si oyes algo raro, no vayas que siempre acaba mal, pero claro, si no va a ver que pasa se acaba el relato jajajajaja
El lunes hay parte de la solución en un capítulo con algo de humor.
Aquí te espero.

ANA MARÍA ARROYO dijo...

Esperaré, enfurruñada, pero esperaré. Mientras me quedaré mirando la fotografía inmensa que lo ilustra. Cuantos recuerdos me traen esas sombras.
Por cierto, yo dejo muchas llamadas sin contestar...

La profecía del silencio dijo...

Ana espera sin enfurruñarte, el lunes está aquí mismo. Y contesta a las llamadas que puede ser algo importante,no me digas que no tienes curiosidad.