jueves, 18 de abril de 2013

Auténtica estafa


No me acordaba ya de este relato.
Me dijo una amiga que no entendía el relato “Auténtica estafa” presentado al concurso “Haz historia con Matilde Asensi”.
No es raro que así sea, por lo tanto os lo explico lo más brevemente posible.
El relato tiene que estar basado en “La codificación del Manuscrito Voynich”
El manuscrito Voynich es un libro anónimo escrito en torno al año 1570, aunque también se atribuye a Roger Bacon y entonces sería de 1214-1294. Su característica principal es que está escrito en un lenguaje desconocido o cifrado que todavía hoy no se ha podido descifrar.
También se piensa que puede tratarse de una estafa ideada por el propio Voynich quien elaboraría el documento apoyado por sus conocimientos de librero y anticuario y trataría de hacerlo pasar por un manuscrito perdido de Roger Bacon que podría venderse por una auténtica fortuna.
Y otra posibilidad, la que a mí más me gusta pero igual de improbable que las demás, es que el matemático y astrólogo Jhon Dee con algún ayudante más, lo idearan para sacar los cuartos a Rodolfo II de Bohemia.
En cualquier caso lo cierto es que Voynich comenzó a interesarse por los libros y manuscritos antiguos: prosperó muy rápidamente en un negocio en el cual era un profano, ignorándose la procedencia de sus recursos económicos iniciales y estableció un importante comercio de libros raros al cual acudían muchos coleccionistas para conseguir libros descatalogados, raros, incunables o imposibles de encontrar.
En 1912 halló en la biblioteca del colegio jesuita de Villa Mondragone, Italia, el manuscrito que hoy lleva su nombre y que compró a bajo precio junto con otros manuscritos y libros antiguos (parece ser que la orden necesitaba desesperadamente el dinero para arreglar el colegio); intentó descifrar su contenido remitiendo copias del mismo a diversos expertos, aunque sin resultado alguno.
En noviembre de 1914, a punto de comenzar la guerra, embarcó en el célebre trasatlántico Lusitania —hundido al ser torpedeado por un submarino posteriormente, durante la contienda— y se trasladó a Nueva York con su colección de libros y su negocio de librero especializado en textos raros.
Para escribir mi relato me he basado en mi opinión particular de que jamás se podrá descifrar el manuscrito de forma satisfactoria para todas las opiniones y con unanimidad de los expertos y, d que constituye un engaño. Las extrañas características del texto del manuscrito y el contenido sospechoso de sus ilustraciones (tales como las plantas quiméricas) conducen a muchos expertos a pensar que el manuscrito es en realidad un engaño.
En 2003 el especialista en computación doctor Gordon Rugg mostró que se podía reproducir texto con características similares a las del que contiene el manuscrito, mediante el uso de una tabla con prefijos, raíces y sufijos, que habrían sido seleccionados y combinados por medio de una plantilla de papel perforado. Este mecanismo, conocido como Rejilla de Cardano, se inventó hacia 1550 como herramienta criptográfica.
En el texto que presento a concurso menciono la rejilla de Cardano, a Ethel, esposa de Wilfrid M. Voynich quien al parecer lo vendió a la Biblioteca Beinecke de libros y manuscritos antiguos de la Universidad de Yale, donde se halla en la actualidad y lo sitúo en el Titanic. Wilfrid nunca estuvo en el Titanic pero sí en el Lusitania cuyo naufragio constituyó una tragedia de mayor dimensión que la del Titanic.
En 2009, investigaciones de la Universidad de Arizona demostraron, mediante la prueba del carbono 14, y con una fiabilidad del 95%, que el pergamino del manuscrito podía datarse entre 1404 y 1438.[][] Por otra parte, en otro estudio posterior se demostró que la tinta fue aplicada en torno a esas fechas, confirmando así que el manuscrito es un auténtico documento medieval y eliminando la posibilidad de que fuera el propio Voynich el autor.
A mi modo de verlo (aunque soy un aficionado inexperto) un documento medieval sí pero una auténtica estafa (tal vez un herbario o un texto de recetas) que puede costar una verdadera fortuna, afortunadamente no creo que nadie jamás pueda descifrarlo.




Pasamos al relato, el texto lo inicia Matilde Asensi de este modo:
“No podrán. Nadie podrá nunca.”, me dije observando el manuscrito. Por fin lo había terminado. Yo era la última persona viva que entendía aquellas ocultas palabras que encerraban el conocimiento secreto. Ahora, sólo quedaba esperar.


Y a partir de aquí 150 palabras que yo sigo así: 


Esperar a que los lobos aullaran en mi puerta o  los buitres detectaran su presa.
Sin embargo, no fueron hambrientos carroñeros sino un oficial del Titanic quien golpeó la puerta del camarote con urgente reiteración.
            - Señor Voynich nos hundimos, salga rápido a cubierta con su esposa, no hay botes salvavidas para todos los pasajeros.
            Corrimos desesperados, aferrando la vida, cobijando el escrito contra mi pecho. Las damas tienen preferencia para abandonar el barco, Ethel, mi esposa, fue designada para salvarlo, el documento cambió de pecho.
            Tuvimos suerte, cada uno por nuestros medios sobrevivimos al naufragio. La tragedia incrementó la leyenda convirtiendo al libro en la piedra filosofal de nigromantes, coleccionistas y criptógrafos.
Aguardo tranquilo en mi trastienda que aparezca algún excéntrico millonario, desconocedor de la rejilla de Cardano y quiera pagar, por un manuscrito medieval cuyo contenido constituye una estrepitosa estafa, una auténtica fortuna.
Afortunadamente, nunca, nadie, podrá descifrarlo.