Aquí estoy otra vez
Termina la ronda sin
encontrar nada extraño y sin conseguir averiguar el misterio del
olor a quemado. ¿Serán imaginaciones suyas? ¿Serán los eternos
moradores del edificio que han decidido divertirse un rato a su
costa? ¿Será un incendio que no es capaz de descubrir?
La cripta es el único
sitio donde no ha llegado en su ronda, solo le falta bajar allí, al
recinto prohibido, siente el impulso de visitarla, pero no va a
hacerlo, no les va a dar esa satisfacción, allí es imposible que se
declare un incendio ni se propague ningún fuego.
Comprueba los sistemas de
alarma y detección de incendios, la centralita no tiene ninguna
avería, todo funciona perfectamente y si allí no se activa la
alarma es que nada anómalo ocurre. Esa circunstancia no termina de
tranquilizarle, la alarma no homologada de su olfato le induce a
pensar que algo se quema, no obstante decide tratar de olvidar el
incidente.
Toma el teléfono y
llama a la central receptora:
- Efectuada la segunda
ronda sin novedad- comunica al sistema operativo. Después anota en
el parte de incidencias las mismas palabras que acaba de pronunciar
por teléfono.
Sube el volumen de la
radio. ¿Otra vez Paranoid de Black Sabbath? ¡Pero qué clase de
broma estúpida es esta! ¿Los espectros también controlan la
colección de discos de las emisoras de radio?
Da varias vueltas a la
ruedecilla del dial, cambia la emisora, los acordes persisten todavía
unos instantes en el aire, rebeldes, se niegan a desvanecerse...
¿Será un mensaje? ¿Será él un paranoico obcecado en que
acontezcan circunstancias extrañas a su alrededor? ¿Será todo
mentira incluyendo la música en ese todo?
Se sienta, casi se
podría decir que se derrumba en la silla; otra emisora, otro
programa, otra canción... refugio en las ondas para combatir...
¿qué? ¿Combatir la soledad, tal vez? ¿Atenuar la presencia de los
fantasmas propios y ajenos, quizá? ¿Eludir el lacerante mordisco
del miedo, a lo mejor?
-Aquí estoy otra vez,
solo, asustado, preocupado, deseando que pase el tiempo y pueda
escapar de mi cárcel. Escapar, sin saber dónde debo ir, no sé
dónde voy pero estoy seguro de que sé dónde he estado... aquí
estoy otra vez.
Como si sus palabras
fueran un presagio, una profecía, los acordes de Here I go again
empiezan a flotar en el aire viciado de su garita.
-¡Vaya! Ya podía
acertar la combinación ganadora de la primitiva en vez de adivinar
qué canción viene ahora.
Canturrea las primeras
estrofas de la canción de Whitesnake, se va encontrando más cómodo
y alza el tono de su voz, desafina, pero que más da, nadie le
escucha, está solo... ¿o no?
Otra vez el olor a humo
se intensifica, otra vez la preocupación acude a su cerebro.
- No es posible, esto ya
es demasiado.
Los últimos acordes de
la guitarra se confunden con el sonido de una sirena lejana que
perezosa se acerca y propaga la alarma a su paso.
Mueve las cámaras
exteriores buscando el principio de la calle, buscando la procedencia
de la sirena. Atisba al fondo unas luces, son los bomberos, se
acercan a la puerta del edificio.
-¡No es posible! Me
estoy quemando y no me he enterado, no es posible; han debido ser...
ellos...
Los bomberos se detienen
justo en la puerta, al lado de la reja de entrada al convento, es en
ese instante cuando el resplandor de unas grandes llamaradas iluminan
la pantalla del viejo monitor, las imágenes son en blanco y negro y
dañan sus retinas, su indignación rojo carmesí incendia sus
carrillos.
To be continued... es
decir, continuará.