martes, 28 de enero de 2014

Tercera parte de una historia. 14 de noviembre de 1995. Aquí estoy otra vez








Aquí estoy otra vez

Termina la ronda sin encontrar nada extraño y sin conseguir averiguar el misterio del olor a quemado. ¿Serán imaginaciones suyas? ¿Serán los eternos moradores del edificio que han decidido divertirse un rato a su costa? ¿Será un incendio que no es capaz de descubrir?

La cripta es el único sitio donde no ha llegado en su ronda, solo le falta bajar allí, al recinto prohibido, siente el impulso de visitarla, pero no va a hacerlo, no les va a dar esa satisfacción, allí es imposible que se declare un incendio ni se propague ningún fuego.

Comprueba los sistemas de alarma y detección de incendios, la centralita no tiene ninguna avería, todo funciona perfectamente y si allí no se activa la alarma es que nada anómalo ocurre. Esa circunstancia no termina de tranquilizarle, la alarma no homologada de su olfato le induce a pensar que algo se quema, no obstante decide tratar de olvidar el incidente.

Toma el teléfono y llama a la central receptora:

- Efectuada la segunda ronda sin novedad- comunica al sistema operativo. Después anota en el parte de incidencias las mismas palabras que acaba de pronunciar por teléfono.

Sube el volumen de la radio. ¿Otra vez Paranoid de Black Sabbath? ¡Pero qué clase de broma estúpida es esta! ¿Los espectros también controlan la colección de discos de las emisoras de radio?

Da varias vueltas a la ruedecilla del dial, cambia la emisora, los acordes persisten todavía unos instantes en el aire, rebeldes, se niegan a desvanecerse... ¿Será un mensaje? ¿Será él un paranoico obcecado en que acontezcan circunstancias extrañas a su alrededor? ¿Será todo mentira incluyendo la música en ese todo?

Se sienta, casi se podría decir que se derrumba en la silla; otra emisora, otro programa, otra canción... refugio en las ondas para combatir... ¿qué? ¿Combatir la soledad, tal vez? ¿Atenuar la presencia de los fantasmas propios y ajenos, quizá? ¿Eludir el lacerante mordisco del miedo, a lo mejor? 

-Aquí estoy otra vez, solo, asustado, preocupado, deseando que pase el tiempo y pueda escapar de mi cárcel. Escapar, sin saber dónde debo ir, no sé dónde voy pero estoy seguro de que sé dónde he estado... aquí estoy otra vez.

Como si sus palabras fueran un presagio, una profecía, los acordes de Here I go again empiezan a flotar en el aire viciado de su garita.

-¡Vaya! Ya podía acertar la combinación ganadora de la primitiva en vez de adivinar qué canción viene ahora.

Canturrea las primeras estrofas de la canción de Whitesnake, se va encontrando más cómodo y alza el tono de su voz, desafina, pero que más da, nadie le escucha, está solo... ¿o no?

Otra vez el olor a humo se intensifica, otra vez la preocupación acude a su cerebro.

- No es posible, esto ya es demasiado.


Los últimos acordes de la guitarra se confunden con el sonido de una sirena lejana que perezosa se acerca y propaga la alarma a su paso.

Mueve las cámaras exteriores buscando el principio de la calle, buscando la procedencia de la sirena. Atisba al fondo unas luces, son los bomberos, se acercan a la puerta del edificio.

-¡No es posible! Me estoy quemando y no me he enterado, no es posible; han debido ser... ellos...

Los bomberos se detienen justo en la puerta, al lado de la reja de entrada al convento, es en ese instante cuando el resplandor de unas grandes llamaradas iluminan la pantalla del viejo monitor, las imágenes son en blanco y negro y dañan sus retinas, su indignación rojo carmesí incendia sus carrillos.

To be continued... es decir, continuará.

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