miércoles, 22 de enero de 2014

Segunda parte de una historia. 14 de noviembre de 1995. Me huele a chamusquina

SEGUNDA PARTE

Me huele a chamusquina


Y hablando de sonidos de ultratumba, suenan en la radio los acordes de Paranoid, de Black Sabbath,

- Parece que la música ha amansado a las fieras- dice cuando se percata de que no se percibe ningún ruido fuera de lo normal dentro de un edificio vacío.

Transcurren un par de horas en completa calma, llega el momento de hacer otra ronda. Se levanta, recoge todo el material necesario, llaves, linterna... y sale de la garita para adentrase en la oscuridad de los fríos y siniestros pasillos. Apenas da dos pasos cuando a su espalda, una puerta se cierra de improviso, violentamente, con un gran estruendo. Ya no se sobresalta con esas pequeñeces, hace años un escalofrío habría recorrido su espalda, hoy, 14 de noviembre de 1995, ya ni se inmuta.

- Habrá sido una corriente de aire inoportuna- se dice a sí mismo sin volver la vista atrás.
Sube por la escalera lateral hasta la última planta, recorre una por una todas las estancias, el eco amenazador y perverso le devuelve el sonido de sus propias huellas. Llega al final, ahora debe regresar por donde ha venido y volver a bajar por la escalera, esta planta es la única que no tiene salida, solo hay un posible recorrido, el camino del destino. 

Se gira bruscamente como si quisiera sorprender a alguien que no debería estar allí, a veces lo logra, los sorprende y los ve, otras no, en otras ocasiones son más rápidos y se ocultan o simplemente no están. Hoy parece que no están.

- Pero será mejor no cantar victoria todavía- murmura entre dientes.

Regresa a la escalera y comienza a descender, al mismo tiempo que él baja un ligero olor a quemado sube. Se encienden sus alarmas, abre los ojos al máximo y trata de detectar por dónde viene ese preocupante aroma. No lo consigue, continua bajando y llega a la segunda planta, el olor a quemado se incrementa, no demasiado, solo un poco más; no hay humo; la alarma de incendios no se ha activado... ¿serán imaginaciones suyas? El olfato nunca fue su sentido más desarrollado, ya se lo decía su abuela: “Hijo mío tú eres igual que yo, tienes mucha nariz pero poco olfato”.

Termina la vuelta completa a la segunda planta y continua el suave olor a quemado, por ello decide repetir la ronda en esa zona, la hace de nuevo con idéntico resultado.

Nada, qué raro, no hay fuego, no hay nada encendido, ¿por qué huele así?- pregunta en voz baja pero no se formula la pregunta a sí mismo sino a ellos-, ¿sois vosotros... estáis quemando algo... es el fuego del infierno en el cual habitáis lo que se percibe esta noche?

Evidentemente no obtiene respuesta, solo silencio, eterno y sepulcral silencio.

Continua descendiendo por la escalera y accede a la primera planta, la más importante, la zona donde se ubican los despachos de los directivos. Se incrementa el olor a humo, sobre todo por el ala norte, la ubicada encima de la antigua capilla, la situada sobre las antiguas celdas de castigo. El edificio en su momento fue un convento y aún conserva detalles, sobre todo en el exterior, en 1623 era el convento de las Arrecogidas.

- ¿Por qué huele a humo si no se quema nada?- se pregunta a sí mismo para posteriormente dirigirse a... ellos-, os prohíbo que juguéis con fuego, ¿me oís?; os prohíbo quemar el edificio, no por que tema por mi integridad física sino porque peligraría mi puesto de trabajo.

De repente se oye música, está justo encima de su garita, es la radio, es de nuevo Paranoid, de Black Sabbath.



 
- ¿Por qué repiten esta canción?- pregunta al vacío, aunque por el momento le preocupa más el olor a... chamusquina.

To be continued... es decir, continuará.

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