lunes, 17 de febrero de 2014

Sexta parte de una historia. 14 de noviembre de 1995. Un milagro

Fotografía de la imagen del Sagrado Corazón de Jesús que se hallaba en el acceso principal de las escuelas pías y que se salvó, milagrosamente, del incendio que destruyo la entrada y otras zonas del colegio la noche del 14 de noviembre de 1995.


                  Sexta parte de una historia. 14 de noviembre de 1995. Un milagro



Álvaro confió en el párroco y en San Antón, ¿cómo no hacerlo después de una noche tan extraña? ¿Cómo no confiar en un cura y em un santo cuando los fantasmas del pasado habían realizado una llamada de emergencia en su nombre y lo había convertido prácticamente en un héroe?

Álvaro confió, sí; sin embargo los bomberos no tenían ninguna confianza, el muchacho estaba en lo cierto, no les dejaban acceder a la entrada principal del edificio quemado, era una locura.

- Tengo que llegar a la escalera- explicaba el sacerdote al bombero con desesperación-, ¿no lo entiende? Es necesario salvar la figura del Sagrado Corazón de Jesús, es una talla del siglo XVII, un regalo del rey a nuestra institución.

- Lo entiendo padre, pero comprenda usted, estará reducida a cenizas, todo el hall de la entrada principal se ha quemado, escalera incluida, se ha desplomado, ha desaparecido y en ese acceso sólo quedan escombros y cenizas.

- Puede ser que esté en lo cierto, pero déjeme entrar para comprobarlo. Se lo ruego.

- Eso que me pide es por completo imposible, no solo es que no quede nada a salvo en el interior, es que además la techumbre corre peligro de desplome inminente y pondría su vida en peligro. ¿Lo entiende, padre? Si algo le ocurre a usted es responsabilidad mía.

Se alejó el sacerdote profundamente decepcionado, el vigilante lo siguió, despacio, ambos estaban abatidos. De repente el religioso pareció recordar la existencia del joven.

- No es por el valor económico, es por lo que representa, por la historia, por la protección inherente a esa escultura.

- Hay una forma de entrar padre- dijo el vigilante sin saber a ciencia cierta el motivo-, podemos entrar sin necesidad de puerta.

-¿Qué quieres decir?- interrogó excitado el sacerdote- ¿Cómo vamos a entrar si no es por la puerta y con el beneplácito de los bomberos?

-Por el pasadizo secreto, debajo de la capilla hay un túnel, une la antigua capilla de nuestro edificio con la antigua capilla del convento de San Antón, la trampilla está a unos diez pasos de la escalera de entrada.

-¡Vamos deprisa, no perdamos tiempo!- Exclamó el párroco recuperando algo de color en sus mejillas.
Entraron al edificio, caminaron los escasos metros que les separaban de la entrada a la antigua capilla; la oscuridad era completa, se ayudaron de la linterna del vigilante por no dar todas las luces. Bajo el antiguo altar, en la actualidad tribuna de oradores, había una trampilla. Trece peldaños por una angosta y peligrosa escalera de caracol llena de telarañas, un estrecho pasadizo, muy corto, apenas unos doce metros, otra escalera igual de angosta, igual de tétrica, igual de intransitada..., y una trampilla de madera.

- Esta caliente- dijo el vigilante-, tal vez al abrirla nos encontremos humo y llamas.

- No creo, en la planta baja el fuego estaba extinguido, ¡vamos a abrirla!- apremió el religioso.

No era fácil, muchos años, siglos quizá, llevaba sin abrirse aquel postigo..., pero Álvaro empujó y confió en San Antón y al final cedió.

El espectáculo era lamentable, humo, polvo, escombros y cenizas peleaban por establecer su manto gris en el reino de la oscuridad y el silencio.

Otra vez tuvieron que usar la linterna, era imposible sin un ápice de luz saber dónde se hallaban. El vigilante enfocó en todas las direcciones despacio para que el religioso se orientara; sobre sus cabezas, un crujido de madera a punto de ceder, les recordó que no tenían toda la noche.

- ¡Allí!- dijo el cura señalando en una dirección donde nada diferente se distinguía-, al doblar esa esquina estaba la entrada.

Fueron hacia allí, al doblar la esquina se encontraron con los restos de la escalera de madera, un amasijo de tablas quemadas que todavía desprendían calor y humo y... miedo.

- No perdamos tiempo, la puerta está allí y a la derecha de la entrada estaba la escultura.

Avanzaron, la linterna iluminó ligeramente lo que había sido en tiempos una lujosa recepción. Nada excepto escombros se veía.

- No enfoques la linterna a la puerta, los bomberos pueden ver el reflejo.

- Es cierto- dijo el vigilante y su voz se mezcló con un amenazador rugido de madera herida de muerte.

Retiró el haz de luz hacia el lado opuesto...

- ¡Ahí está!- exclamó el sacerdote- pero qué extraño, está al lado opuesto de su ubicación habitual. Bueno mejor, si llega a estar al otro lado le hubiera caído encima toda esa barandilla y se hubiera destrozado, parece un milagro, la imagen del Sagrado Corazón es lo único reconocible en esta zona. Un milagro.

- ¿Habéis sido vosotros?- preguntó Álvaro-, ¿también llegan a este edificio vuestras travesuras?

- ¿Cómo dices?- preguntó el sacerdote perplejo.

- Nada padre, tonterías mías, vamos a poner a salvo la escultura y de paso a ponernos fuera de peligro nosotros.

Lo más difícil fue hacer pasar la talla de madera por las dos trampillas, al instante de acceder al túnel oyeron un terrible estruendo sobre sus cabezas y supieron que se habían librado del desplome del techo y de perecer aplastados por los cascotes de milagro. Otro milagro.

 - Gracias San Antón, en ti confío- murmuró el sacerdote.

A salvo de peligros y pasados unos pocos minutos más, el Sagrado Corazón de Jesús acompañaba en la entrada de la iglesia al resto de tesoros que albergaba el edificio.

-Gracias hijo, si no hubiera sido por ti está noche hubiéramos sufrido daños y pérdidas históricas irreparables.

- No he sido yo padre, han sido..., ha sido San Antón.

-Un milagro, un verdadero milagro que se haya salvado estando donde se hallaba.

Álvaro vio lo tarde que era ya, estaba apunto de llegar su relevo. Se fue al baño, el espejo le devolvió una imagen deplorable, necesitaba una ducha, necesitaba un largo descanso, necesitaba..., un milagro.

-Otro milagro quizá sea ya pedir demasiado.

To be continued... es decir, continuará.

2 comentarios:

UnRincónParaMeditar dijo...

Ahora me quedo con la intriga... Eso me pasa por no esperar a que esté la historia completa jajaj

La profecía del silencio dijo...

Bueno, Myriam, ya solo queda una entrega y ya casi está todo desvelado. En la próxima, pasa el tiempo y Álvaro visita la iglesia y... no ocurre nada demasiado llamativo, es solo que Álvaro hará una protesta por una situación que se produce en la realidad. Ten en cuenta que el incendio y casi todo lo que llevo contado es real. La realidad siempre supera a la ficción.
Un besazo y gracias por leerme.