martes, 30 de julio de 2013

Capítulo III: La primera semana


        La primera semana

La primera semana pasó rápida y fugaz, su relación fue intensa en grado superlativo, había comenzado apoyada en la débil plataforma del sexo y el deseo, se había elevado desde la raíz de la belleza exterior de ambos y se abría camino cual rascacielos en pos de metas más ambiciosas. En busca del cielo.

La puerta de la casa se cerró a su espalda y en lugar de ser el estruendo del portazo la caída del telón pareció ser el pistoletazo de salida. Eran más de besos que de palabras, no obstante aquel día Judith tenía ganas de hablar.

- Espera por favor, espera un momento- dijo apartando a Holofernes de su cuerpo ligeramente y sin demasiada convicción.

- ¿Esperar? Llevo todo el día esperándote, te parece poca tortura, tengo hambre de ti.

- Vale- adujo sonriendo halagada-, pero espera un poco quiero que antes de... comer, hablemos.

- Está bien- respondió confuso y un tanto compungido. Holofernes pertenecía a ese multitudinario grupo de hombres cuya creencia primordial era que cuando una mujer te dice, tenemos que hablar, el hombre tiene un problema grave, algo ha hecho mal y van a recriminárselo o incluso lo ha estropeado todo y van a dejarlo.

<< Por favor que no me diga esa frase tan ridícula: necesitamos darnos un tiempo para pensar>> pensó.

Y aunque Holofernes estuviera en lo cierto pensando así y generalizando sobre el modo de actuar del sexo femenino, de lo que no cabía ninguna duda era del hecho palpable de que Judith, no era como el resto de las mujeres de este mundo, ella era diferente, especial... Judith.

- Te has quedado muy serio- afirmó Judith utilizando el arma de su preciosa sonrisa para tratar de insuflar un ápice de calor en la gélida atmósfera que de repente había aparecido-. No tengas miedo, la conversación no será muy extensa.
- No puedo evitarlo, es temor a lo desconocido, creo que es la primera vez que me siento a hablar contigo, me encontraría más cómodo si la conversación fuera por correo electrónico, o en el Chat- adujo medio en broma medio en serio.
- Hasta este instante no me has parecido un cobarde y de repente ahora quieres ocultarte detrás de una pantalla de ordenador.
- No soy cobarde, pero si tengo miedo de una cosa, de perderte.
- No me perderás si no quieres perderme.
- Mira Judith, yo no sé de qué quieres hablarme pero sé que no soportaría estar lejos de ti, estoy todavía descubriéndote y ya sé que toda mi vida eres tú.
- Pues precisamente de eso es de lo que quiero hablarte, ¿no te das cuenta? Nos llamamos con los seudónimos Judith y Holofernes ignorando nuestros verdaderos nombres, ¿qué futuro nos aguarda si no conocemos del otro ni lo más elemental? ¿Qué vamos a compartir? Solamente el lecho y la pasión que es una pertenencia cuya tendencia es a disminuir con el tiempo. ¿Estaremos toda nuestra relación haciendo el amor como animales sin compartir más sentimientos?
- No entiendo lo que intentas decir ¿acaso quieres hacer planes de futuro tras sólo una semana de relación?

- No, no pretendo hacer planes de futuro, ni estoy pensando en boda, ni nada similar. Pretendo saber si hay algo más que atracción física entre nosotros, si también hay o puede haber amor, no son planes de futuro es la simple necesidad de saber si existe ese futuro.- Ante la falta de respuesta de Holofernes tuvo que ser Judith quien de nuevo tomara la palabra-, no estoy segura pero… creo que estoy enamorada de ti.
- Pues si ésa es toda tu preocupación olvídala- dijo Holofernes relajando los músculos tensos de su cuerpo-, yo también te quiero, aunque nuestra relación está recién comenzada y es un poco pronto para poder decirlo con rotundidad y garantías, no obstante, ya eres muy especial para mí.
- Pues me alegran tus palabras y ahora soy yo la cobarde, tengo miedo, hemos ido muy deprisa en nuestra relación, apenas hace una semana que nos conocemos y parece que llevamos juntos toda una vida y sin embargo no sabemos nada el uno del otro, está todo por descubrir.
- Si te refieres a nuestros nombres verdaderos no es importante, no lo es para mí, en mi corazón tú siempre serás Judith, mi amada Judith.
- No, no son sólo los nombres, ese detalle lo entiendo como un juego,- se sonrieron y se tomaron de las manos, éstas siguieron juntas aunque las sonrisas menguaron-, no sabemos nada de nuestras familias, ni de nuestros pasados…
- El día que te conocí desapareció mi pasado y el tuyo nunca existió, ahora sólo tengo presente, un presente feliz a tu lado y yo diría, después de nuestra conversación de hoy, que tenemos un amplio futuro juntos; esa era la incógnita al inicio de la conversación, ya la hemos resuelto, ¿por qué preocuparnos de algo que ya no podemos cambiar?
Tras todas aquellas palabras que sin ser muchas eran todas, pues podía decirse que fue la primera vez que hablaron, se fundieron en un abrazo y en esta ocasión había más cariño que pasión en el contacto. Judith quedó satisfecha por la reacción y las respuestas de su amado, Holofernes, emocionado e ilusionado por sentirse, no simplemente amante sino también amado, y sin embargo ambos sentían ya la pequeña punzada del temor a perder lo adorado.
Del sexo al amor hay apenas un paso, del amor apasionado a la lacerante sospecha de los celos, apenas un pequeño salto.







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