viernes, 18 de octubre de 2013

Una cita con Judith y Holofernes




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La cita




Decidió caminar por la calle en vez de hacerlo en casa.

Nerviosa como estaba, supo que no pararía quieta, que deambularía por el pasillo de una habitación a otra sin nada que hacer en ninguna de ellas, que rondaría de un armario a otro en busca de algún complemento innecesario, que se deslizaría de un espejo a otro en busca del reflejo que le devolviera la imagen anhelada.

Por eso decidió salir con mucho tiempo y pasear hacia el lugar de la cita, habían quedado en una cafetería muy cercana al paseo donde estaba ubicada la feria del libro para no correr el riesgo de no encontrarse. Y llegó puntual, no podía ser de otra forma, nada más entrar en el local dejó caer su vista a uno y otro lado de la barra, también al fondo donde estaban las mesas agrupadas en un pequeño saloncito. No había nadie con las características físicas de quien buscaba y en cambio lo presentía, sentía su presencia y notaba ojos espías pendientes de su imagen. Pidió un café con hielo y dio otro discreto vistazo a su alrededor, nadie, ninguno de los presentes parecía ser Séneca, y sin embargo al menos tres hombres la miraban, a veces incluso a los ojos, se arrepintió de no haberse puesto sujetador.

Con el primer sorbo de café empezó a sentirse incomoda, con el segundo realmente preocupada, con el tercero llegó la decepción y decidió marcharse sin terminar la consumición convencida de que citarse con desconocidos por medio de Internet es un lamentable error que te lleva a situaciones, cuando menos incómodas y cuando más, peligrosas. Llamó al camarero para abonar la consumición y a su lado escuchó una voz varonil.

- No le cobre a la señorita por favor, cóbreme a mí.- El desconocido dejó un billete en la barra mientras paseaba sus ojos de las pupilas de Judith hasta sus labios para detenerse definitivamente y quedar varados en su escote -. Eres demasiado bella para estar tanto tiempo sola.

.... CONTINUARÁ SI TÚ QUIERES.

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