martes, 8 de octubre de 2013

La noche de San Juan

Me acaba de llegar una crítica sobre mi última novela Judith y Holfernes. Copio y pego el texto de la misma y añado el texto del inicio del capítulo V al cual hace referencia.


Acabo de releer "Judith y Holofernes" . Primero lo leyó mi mujer, que es mejor lectora que yo, y no quiso contarme casi nada hasta que lo leyese; pero sí me dijo que era una obra muy original y que estaba bien escrita: Luego he podido corroborar que sus apreciaciones eran ciertas. Pienso pasárselo a mi hija mayor para que lo lea, pues en su empresa hace proyectos relacionados con el uso de la información a través de las redes sociales.

Considero que planteas un tema  candente, con una estructura muy original y unos personajes que están tratados con una profundidad psicológica envidiable. Como muestra de lo que acabo de decir y de cierto tono poético que, en numerosas ocasiones se reflejan en lo que escribes, resalto la reflexión que Judith hace en el capitulo V: "La noche de San Juan".

Bueno, Ángel, ya sabes que me gusta leer todo lo que escribes. Inventar historias es descubrir nuevas dimensiones de la vida que nos pueden ayudar a ser un poco más felices; por eso te deseo que sigas disfrutando mientras escribes y nos hagas partícipes de tus sensaciones a través de los personajes que vayas dando a luz.



CAPÍTULO V: La noche de San Juan
Reflexión de Judith

Mientras el agua tibia de la ducha purifica mi piel y disimula el tímido rodar de unas lágrimas, el silencio abrumador de la casa emponzoña mi alma.
Y precisamente hoy, la noche que celebramos la llegada del solsticio de verano, la gran noche del amor, va a ser la primera noche que estemos separados. Vaya día hemos elegido, la situación ya era insostenible y hemos decidido que debíamos vivir separados, cortar nuestra relación. No sé si he sido abandonada o por el contrario he abandonado yo. Sé que dormiré sola la noche de San Juan y todas las demás noches de un fututo próximo, sé que nuestro cariño recién nacido, de repente se nos ha muerto.
En lugar de encender la hoguera de la pasión propia de la noche de San Juan, en vez de saltar sobre las llamas y después ir a mojarnos los pies en las aguas del mar para dejarnos mecer por el oleaje del amor, encenderé la tenue vela de la soledad sin límite congestionada por mi llanto. En vez de dar mayor fuerza a nuestro sol lo hemos llevado al ocaso y lo hemos apagado. Siendo el amor un sentimiento tan bello y necesario ¿cómo es capaz de llegar a causarnos daño?
Empiezo a sentirme deformada por la pena y vacía, no hay nada, no hay nadie, sólo yo con mi ansiedad y mi soledad y mi tristeza. La rabia sale por los poros de mi piel y gotea salpicando el suelo junto con mis lágrimas. Siento ganas de matar. De nuevo tendré que coleccionar amaneceres solitarios y percibir el tacto de la ausencia entre esas sábanas que hasta hace apenas unas horas compartía con él.
Cuando salgo de la ducha me acaricio con la toalla durante mucho tiempo, no es simplemente para secarme es para completar la acción purificadora, tengo sensación de repulsión, trato de eliminar todos sus restos masculinos de mi persona y empiezo a pensar en cómo cubrir el vacío que de repente se ha instalado en mi corazón, en mi casa, en mi vida.
Me siento extraña cuando apenas vestida me siento al ordenador, quizá lo primero sea cambiarme el nombre, sí, Judith ya no existe, trataré de encontrar nuevos amigos en la red, una antigua leyenda acude a mi mente al amparo de esta noche de la llegada del solsticio del verano, desde hoy seré la Princesa Encantada. Escribo varios mensajes en diversos foros y Chats y en todos firmo con ese nuevo nombre de guerra.

Princesa Encantada.

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