jueves, 8 de diciembre de 2011

Un trasto inutil



El microrelato de esta semana, titulado Un trasto inutil, está ligado a un fragmento de mi segunda novela Tiempo de cerezas, la fotografía es de la presentación en Teruel de dicha novela, allá por el 2009.




Un trasto inútil.

El pie izquierdo no me quiere hacer ni caso. La mano derecha ha llevado la copa a los labios. El alcohol va nublando los sentidos. El índice y el pulgar de la mano izquierda acarician las cuencas oculares, los párpados siguen cerrados.
Pronto los abrirá, la buscará, como si no supiera que ya no está ahí, como si de una pesadilla se tratara, como si entre el alcohol y las caricias de sus dedos pudiera despertar.
Su otra pierna, la derecha, nunca volverá y, yo estaré allí para recordárselo. Con el pie izquierdo me dará unas pataditas antes de volverme a la caja, limpio, brillante, inútil zapato siempre nuevo.



Y ahora pongo los ganadores de esta semana. Me gustan bastante los dos últimos, me parecen muy interesantes y originales.


La cena es a las nueve

El pie izquierdo no me quiere hacer ni caso y se hace tarde. He dejado mi muñeca en el parque, con el resto de la mano y la mochila del colegio. Yo quisiera ir más rápido pero la carne se me cae a trocitos. Los huesos del pie asoman desnudos entre excrecencias podridas. Raspan el suelo. Si el tío Lauro no hubiera reventado mi otra rodilla con su escopeta... Suerte que no duele, pero a rastras va ser difícil llegar a tiempo. Mamá estará esperándome con la cena puesta, enfadada. ¿De donde vienes? Preguntará. Yo la abrazaré bien fuerte y me la llevaré conmigo.


El arte del disimulo

El pie izquierdo no me quiere hacer ni caso y ahí sigue acariciando su pierna por debajo de la mesa sin tener en cuenta que soy yo el que debo esquivar la mirada desconcertada aunque complacida que me lanzan esos grandes ojos negros; soy yo el que debo partir con naturalidad el entrecot a la pimienta a la vez que finjo escuchar con gran interés la aburrida conversación del marido; soy yo el que debo disimular evitando así que mi cara revele lo mucho que me agrada lo que mi desligado pie hace y lo que su hermano derecho, más osado, ha comenzado hacer.


A la pata coja hacia la luz

El pie izquierdo no me quiere hacer ni caso otra vez, así que avanzo a la pata coja hacia la luz. No es la primera vez que sucede. A lo largo de mi vida me ha jugado muy malas pasadas. En cuanto me despistaba me zambullía en un charco. Espantaba a pisotones a mis parejas de baile. Tan pronto pateaba un perro salchicha como zancadilleaba a una anciana. La última fue ayer, apenas 3 meses después de que se declarase la guerra, cuando el capitán pidió voluntarios para una misión suicida y él dio un paso al frente.

3 comentarios:

Yolanda dijo...

A mí me encanta el tuyo, los otros... Como que no. Creo que la diferencia está en el punto y a parte después de la primera frase. "El pie izquierdo no me quiere hacer caso." Continuar la frase hace que parezca forzado, no queda natural. Del modo en que tú lo inicias parece más de cosecha propia. Un saludo.-

La profecía del silencio dijo...

Gracias Yolanda por tu visita y tu comentario. Pues no había pensado en el detalle del punto, a mí el relato me surgió así aunque continuar la frase después de esas palabras tiene mérito. Yo creo que el problema del mio es que no se comprende bien, en tan pocas palabras me resulta complicado contar la historia. Esta semana no he tenido tiempo de participar, pero por si te apetece probar, fuera de concurso, la frase es: Yo la abrazaré bien fuerte y me la llevaré conmigo

Yolanda dijo...

Gracias por el comentario, me halaga... Ah! Y quería decir punto y seguido, no y a parte!! Me he colao! De nuevo gracias por sugerirme el concurso!!