jueves, 3 de noviembre de 2011

Juguetes rotos


Juguetes rotos

Como tantas veces había hecho de niño cuando rompía un juguete, lloró.
_ ¡Yo lo quería!- hubiera dicho entonces.
_ ¡Yo lo quería!- dijo ahora.
_ Pero lo has estropeado- hubiera reprochado su padre entonces.
_ Usted lo ha estropeado- le dijeron hoy.
_ No hacia cuanto yo ordenaba- hubiera dicho el niño.
_ No cumplía mis deseos- dijo hoy adulto.
_ ¿Por eso tuviste que destrozarlo?- hubiera preguntado inquisitivo el padre.
_ ¿Por eso lo mató?- preguntó el policía.
_ Era mentira, no lo íbamos a regalar a otro niño- confesaría papá.
_ No me amaba, había otro hombre- confesó llorando, compungido, como el niño mimado que nunca había dejado de ser.


Horrores nocturnos

Como tantas veces había hecho de niño se tapó la cabeza con la almohada apretando fuerte los párpados.
Sabía que apenas duraría unos minutos, luego pasaría como una mala tormenta de otoño.
Como tantas otras noches de miedo y fantasmas, los espectros sólo querían jugar, divertirse un rato a su costa, luego desaparecerían hasta la próxima noche de ritos.
Trató de evadirse y no sentir, lo conseguía, llegaba el duermevela, sólo dos detalles ahuyentaban al sopor:
De niño los fantasmas tenían la voz de su padrastro
_ Tranquilo, no te haré daño.

¿Por qué de adulto le provocaban miedo cuando de niño simplemente fue asco?

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