martes, 6 de julio de 2010

Título: Libros caros, pulseras baratas.



Dedico este artículo-cuento a mi sobrino Alfredo, con cariño, sin acritud, sé que él es incapaz de gastar 35 euros en una pulsera. También a mi amiga y compañera Mariola García a quien debo las mejores entrevistas que me han hecho nunca, ella inspiró este cuento.


Me encuentro con mi vecino Alfredo, hace tiempo que no nos vemos, caminamos en la misma dirección y tras una breve introducción a modo de saludos iniciamos una conversación.
_ ¿Cómo va tú libro? – pregunta casi obligado.
_ ¿Cuál de los tres? – respondo preguntando, con mala intención.
_ El último, claro.
_ Lleva poco tiempo publicado, precisamente voy ahora a una librería a ver qué tal ha ido la semana.
_ Qué bien, pues te acompaño, yo voy al centro a hacer unos recados, compro tu libro y de paso me lo dedicas y me lo firmas. – Caminamos juntos y enseguida llegamos a la librería.
_ Mira, aquí está, “La profecía del silencio” ¿has visto que magnífica portada?
_ Sí está muy bien – dice mientras lo abre y lo ojea – es muy gordo ¿no?
_ No, 464 páginas – respondo ante la evidencia mientras él, de repente ve el precio.
_ ¡Madre! ¿Son 19 euros? ¡Qué caro!
_ Bueno, en realidad creo que no, de hecho la editorial ha realizado un esfuerzo importante, cuesta exactamente lo mismo que mi anterior novela, “Tiempo de cerezas” aunque la nueva, tiene cien páginas más y ha llevado un mayor trabajo publicarlo.
_ Pues lo siento pero se escapa de mi presupuesto por el momento, quizá el mes que viene con la paga extra y la devolución de hacienda.
No sabía que mi vecino pasaba apuros económicos, su coche nuevo, su presencia habitual en bares y restaurantes del barrio, su móvil última generación y su aparente nivel de vida, no me lo indican, de todos modos cada uno sabe su situación mejor que nadie, aunque tener que esperar a la paga extra para adquirir un libro me parece algo surrealista. Mas no seré yo quien obligue a nadie a comprar nada y menos si yo soy el autor. Termino mi gestión con la librera y me despido de ella mientras Alfredo devuelve el libro a su estantería y salimos.
_ Bueno yo he terminado y tú ¿dónde vas? – pregunto.
_ Aquí al lado a hacer unas compras – responde él mirando sus manos vacías.
_ Pues te acompaño y charlamos – digo conciliador viendo sus manos vacías de libros.
Hablamos hasta entrar en otro establecimiento, allí la conversación se interrumpe y mi amigo se dirige a un expositor que anuncia en grandes letras: “Pulsera holográfica del equilibrio”. Hay varios colores, diversos formatos, sofisticados modelos, la más barata. 35 euros, pero las hay hasta de 75. Alfredo compra dos, una negra para él, otra rosa para su esposa.
_ ¿No sería mejor que esperases a la devolución de hacienda o a la paga extra? – pregunto con mala idea.
_ No, en la salud no hay que escatimar – responde él convencido de que ha invertido su dinero en bienestar.
_ Pero Alfredo, si esas pulseras no valen para nada, se han realizado estudios que demuestran que no tienen ningún efecto benéfico para la salud.
_ Yo conozco gente a la cual le funciona, unos duermen mejor, otros tienen más fuerza, otros han mejorado su elasticidad y sobre todo aportan equilibrio.
_ ¿No te acuerdas hace 25 años las pulseras magnéticas que inventó un masajista y comercializó con ayuda de Encarna Sanchez? Se vendían en farmacias, costaban un dineral, todo el mundo la compró, ¿quién las lleva hoy en día? Nadie, todo mentira, benefician sólo a quien las fabrica y a quien las vende.
_ Has de saber que la rosa es solidaria con la Asociación Española contra el Cáncer.
_ Otra mentira, se ha consultado a esa Asociación y no han visto un céntimo, la Dirección General de Consumo ha presentado una denuncia por supuesto delito de estafa contra la empresa distribuidora.
_ Todos los que no la tenéis la criticáis, sois unos tacaños y por no gastar 35 euros hacéis lo mismo que la zorra en la fábula, no podía alcanzar las uvas y alegaba que estaban verdes.
_ ¿Tacaño yo? Pero si acabas de dejar mi libro en la tienda por 19 euros y ahora gastas alegremente 70, al menos el libro te hubiera resultado útil, la pulsera no.
_ Es efectiva, la han prohibido en competiciones deportivas y luego está el precio, el dinero que vale será por algo.
_ El precio es precisamente el motivo de su éxito, es lo suficientemente cara como parra parecer creíble y lo suficientemente barata para ser asequible a todo el mundo. – Enfrascados en acalorada discusión, no vemos un obstáculo en la acera, Alfredo tropieza, trastabilla, parece recuperado pero se desequilibra y… cae cuan largo es en el asfalto.
_ La pulsera que llevas puesta ¿no es para el equilibrio? – digo sin poder evitar la risa mientras se levanta dolorido, más herido por mis palabras que por la caída.
Se ha ido sin despedirse, he perdido un amigo y un lector, tal vez he sido demasiado duro. Yo creo que la pulsera mágica es un engaño, pero también, como siempre, puede ser que esté equivocado.

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